Mi trabajo ha sido una reacción a la norma, a lo establecido. ¿Cómo revelarse ante el deber ser sin destruir mi mundo y todo lo que me rodea? ¿Cómo se interpretan y elaboran, en nuestro interior, las sombras, los brillos y la combinación de colores? Mi forma de sentir siempre se vio confeccionada por mi entorno social y cultural, toda producción artística está sujeta a este juicio, mi producción es la lucha entre lo que se siente interiormente y la exteriorización de este. El dripping fue el vehículo elegido para tal fin. La violencia del disparo del pincel sobre la tela, ese latigazo de color como reacción al poder, a cualquier tipo de poder. Desde ahí, puedo sentir que la obra de arte es una posibilidad para evidenciar esto, para cuestionar nuestra manera de ver las cosas. Como un Mr. Hyde, el action painting expresa ese interior violento y convulsionado, pero a la vez lleno de color. Mi historia personal necesitaba la rebeldía, pero la revolución también puede ser colorida, festiva, alejada de convencionalismos. A través de los años he rumiado las imágenes que permiten otras percepciones del mundo, otras formas de comprenderlo, y de modificarlo internamente. Para el observador, descubrirse allí, en esa mirada interna, silenciosa, intenta interpelar sobre la madeja interior de quien observa, proponiendo una toma de conciencia de un destino común. Al decir del propio Pollock: "La pintura es un estado del ser. La pintura es autodescubrimiento. Todo buen artista pinta lo que es".